Un laboratorio chino asegura estar desarrollando cápsulas “anti-edad” a partir de un compuesto natural presente en las semillas de uva: la procyanidina C1 (PCC1). En ratones, este agente habría eliminado células envejecidas y prolongado su esperanza de vida, lo que ha dado pie a titulares que hablan de humanos viviendo 150 años. Pero la evidencia real aún no pasa de los ensayos preclínicos: no hay pruebas en humanos.
La promesa de Lonvi Biosciences
La empresa Lonvi Biosciences, con sede en China, investiga una pastilla que busca eliminar las células senescentes, también llamadas “células zombi”, responsables de inflamación y deterioro progresivo. En medios chinos, la compañía ha sido presentada como punta de lanza del proyecto de longevidad impulsado por el Gobierno, y sus resultados se han viralizado tras declaraciones de Xi Jinping sobre el objetivo nacional de “vida larga y saludable”.
Qué dice realmente la ciencia
El respaldo científico más citado procede de un estudio publicado en Nature Metabolism en 2021, firmado por investigadores de la Academia China de Ciencias y la Universidad de Shanghái. En él, el PCC1 mostró un efecto senoterapéutico: mejoró parámetros de salud y prolongó la vida de ratones muy viejos (24–27 meses), pero bajo un protocolo de dosis y condiciones controladas.
Desde entonces, distintos grupos chinos han explorado el compuesto en tejidos como la retina, el riñón o el sistema inmunitario, con resultados aún limitados al laboratorio. Ningún estudio ha demostrado beneficios equivalentes en humanos ni iniciado fases clínicas.
Qué son los “senolíticos”
Los fármacos senolíticos buscan eliminar las células envejecidas que dejan de dividirse pero siguen liberando moléculas inflamatorias. Al retirarlas, el cuerpo podría regenerarse mejor. Otros compuestos, llamados senomórficos, intentan reducir su actividad sin destruirlas. El PCC1 parece tener propiedades mixtas, aunque solo se ha confirmado en animales.
Entre la esperanza y la prudencia
Especialistas en biogerontología insisten: los resultados en ratones no se trasladan automáticamente a humanos. Vivir 150 años requeriría intervenir simultáneamente en docenas de procesos biológicos aún poco comprendidos.
China, cada vez más activa en biotecnología y longevidad, busca liderar el campo del “envejecimiento saludable”. Pero hasta ahora, ningún fármaco basado en PCC1 ha sido aprobado ni ha iniciado ensayos clínicos.
Las “píldoras de la juventud” siguen siendo una promesa de laboratorio. El PCC1 podría algún día mejorar la salud metabólica o retrasar el envejecimiento celular, pero hablar de duplicar la esperanza de vida humana es ciencia ficción, no ciencia verificada.
