Trump rompe el tablero global de la inteligencia artificial: Nvidia solo para EE. UU.

Donald Trump ha confirmado que los chips de inteligencia artificial más avanzados de Nvidia, los Blackwell, quedarán reservados solo para empresas estadounidenses. La medida supone un giro radical en la política tecnológica de Washington: el veto ya no se limita a China, sino que alcanza también a aliados históricos como Japón y Corea del Sur.

Los Blackwell son el corazón de los modelos de IA más exigentes del mundo. Multiplican por diez la potencia de la generación anterior y se han convertido en el nuevo activo estratégico de la era digital. La decisión de Trump transforma la competencia tecnológica en una cuestión de soberanía: quién controle el cómputo, controlará el futuro de la IA.

De controlar a acaparar: la nueva doctrina de Washington

Hasta ahora, las restricciones estadounidenses se enfocaban en evitar que China accediera a chips avanzados. Con este paso, la Casa Blanca cambia de enfoque: ya no solo bloquea, también acumula. El objetivo parece claro: garantizar que la industria nacional tenga acceso prioritario a los procesadores más potentes del mundo, incluso a costa de tensar sus relaciones con socios estratégicos.

Esta estrategia marca el inicio de una etapa de proteccionismo tecnológico explícito, donde la supremacía en semiconductores se convierte en una forma de poder político.

Efectos colaterales: aliados en tensión y cadenas en riesgo

El veto podría reconfigurar toda la cadena global de suministro. Nvidia depende de TSMC (Taiwán) y Samsung (Corea del Sur) para fabricar sus chips, lo que complica los contratos internacionales y pone a los fabricantes asiáticos en una posición delicada.

  • Las startups y laboratorios europeos podrían ver encarecido el acceso a la computación avanzada.
  • Las inversiones en centros de datos fuera de EE. UU. podrían ralentizarse.
  • Y los gobiernos aliados se enfrentan al dilema de elegir entre Washington o su autonomía tecnológica.

El anuncio coincide con la preparación del envío de 260.000 unidades Blackwell a Corea del Sur, operación que ahora queda en entredicho. La industria sigue sin saber si se permitirá exportar versiones “recortadas” del chip, una incertidumbre que paraliza acuerdos multimillonarios.

Tregua parcial con China, puño de hierro en la IA

Paradójicamente, la medida llega poco después de la tregua tecnológica firmada entre EE. UU. y China en Corea del Sur, que permitirá reanudar temporalmente el comercio de semiconductores automotrices y minerales críticos durante un año. Washington abre la mano en sectores industriales, pero endurece el control sobre los chips de IA, el verdadero campo de batalla del poder digital.

El control sobre los procesadores de Nvidia se convierte en un instrumento de política exterior. Trump ha dejado claro que la inteligencia artificial será una cuestión de soberanía nacional, no de libre mercado. El resto del mundo toma nota: la nueva frontera tecnológica tiene dueño, y está al otro lado del Pacífico.

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