La estadounidense Stardust Solutions ha recaudado 60 millones de dólares (unos 50 millones de euros) para avanzar en una tecnología de geoingeniería climática que busca reducir la temperatura global mediante la dispersión de aerosoles en la atmósfera. Su proyecto, enmarcado dentro de la llamada gestión de la radiación solar, reabre un debate que la ciencia aún no ha resuelto: ¿hasta qué punto se puede intervenir el clima sin alterar otros equilibrios del planeta?
Aerosoles para desviar la radiación solar
La propuesta de la compañía consiste en rociar partículas desde aviones o globos meteorológicos con el fin de reflejar parte de la radiación solar y enfriar la superficie terrestre. El principio se inspira en un fenómeno natural: las erupciones volcánicas que, al liberar aerosoles de sulfato, pueden reducir la temperatura global durante años.
Pese al potencial de esta técnica, el propio director ejecutivo, Yanai Yedvab, ha admitido que no solucionaría la crisis climática por sí sola. Fenómenos extremos como sequías o inundaciones seguirían ocurriendo, por lo que el enfoque debe entenderse como una herramienta complementaria dentro de una estrategia global de mitigación. Diversos científicos coinciden en que cualquier iniciativa de este tipo debería contar con supervisión internacional para evitar impactos colaterales en los ecosistemas o los patrones de lluvia.
En busca de una partícula menos contaminante
Uno de los desafíos del proyecto es sustituir los sulfatos tradicionales, que pueden dañar la capa de ozono y complicar el monitoreo atmosférico. Stardust Solutions trabaja en una nueva partícula más segura y menos contaminante, actualmente en proceso de patente.
La empresa planea iniciar pruebas controladas al aire libre en abril, liberando las partículas desde un avión a gran altitud para observar su comportamiento. Estos experimentos, realizados bajo supervisión científica, servirán para medir viabilidad técnica, costes y escalabilidad. Sin embargo, el simple hecho de programarlos ha reavivado el debate ético sobre los límites de la intervención humana en el clima.
Un campo marcado por la polémica
La historia reciente muestra que no es un camino fácil. En California, las autoridades de Alameda cancelaron un ensayo de la Universidad de Washington destinado a iluminar nubes mediante aerosoles. De forma similar, un proyecto de Harvard fue suspendido tras recibir críticas y retrasos logísticos.
Pese a las controversias, el interés por la geoingeniería no deja de crecer ante la lentitud de las políticas de reducción de emisiones. Stardust Solutions se suma así a una nueva generación de startups climáticas que exploran medidas de enfriamiento planetario. Un campo en el que la tecnología avanza rápido, pero las respuestas éticas y científicas aún van por detrás.
