Sam Altman traza el nuevo rumbo de OpenAI: un asistente científico funcional en 2026 y una inteligencia autónoma en 2028 que podría transformar la investigación global

Sam Altman, TechCrunch Disrupt San Francisco 2019 - Day 2” por TechCrunch , Flickr

La empresa dirigida por Sam Altman ha trazado un plan ambicioso: crear un asistente de investigación funcional en 2026 y, dos años después, un sistema capaz de operar como un investigador completamente autónomo. El proyecto se apoya en una infraestructura tecnológica colosal y en una nueva estructura corporativa diseñada para sostener ese salto.

De asistente a investigador autónomo

OpenAI ha delineado una hoja de ruta con dos hitos clave. El primero, previsto para septiembre de 2026, será un asistente de investigación impulsado por inteligencia artificial. El segundo, en 2028, apunta a un “investigador de IA legítimo”, con capacidad para formular hipótesis, diseñar experimentos y ejecutar proyectos científicos complejos sin intervención humana directa.

El anuncio se realizó en una retransmisión en directo con Sam Altman y el científico jefe Jakub Pachocki. Ambos señalaron que la meta es acelerar el descubrimiento científico mediante sistemas que combinen razonamiento profundo y gestión autónoma de tareas a gran escala, en campos como la física, la medicina o la ingeniería.

Escalar la computación, perfeccionar los algoritmos

El camino hacia esa autonomía pasa por dos frentes: reforzar los algoritmos de razonamiento y aumentar el tiempo de cómputo dedicado a cada problema —una técnica conocida como test time compute—.

Según OpenAI, sus modelos ya pueden resolver desafíos con horizontes de análisis de hasta cinco horas, logrando resultados equiparables a los de los mejores humanos en competiciones como la Olimpiada Matemática Internacional. El siguiente paso es dedicar centros de datos completos a un único problema científico cuando el avance lo justifique.

Esta estrategia busca superar las limitaciones humanas de velocidad y profundidad analítica, acercando la frontera de lo que la compañía denomina superinteligencia: una IA capaz de razonar mejor que las personas en múltiples disciplinas.

Un nuevo modelo corporativo para impulsar la I+D

Coincidiendo con el anuncio, OpenAI ha completado su transformación en una Public Benefit Corporation (PBC). Este formato le permite captar inversión privada manteniendo su misión de desarrollar una IA segura y orientada al bien común.

La Fundación OpenAI, entidad sin ánimo de lucro, conservará el 26 % de la propiedad y se encargará de supervisar las líneas de investigación. Además, destinará 25.000 millones de dólares (unos 21.500 millones de euros) a proyectos que apliquen inteligencia artificial en la cura de enfermedades y en la seguridad tecnológica.

El brazo comercial de la compañía, por su parte, tendrá vía libre para escalar su infraestructura. Altman confirmó un compromiso de 30 gigavatios de capacidad de cómputo, con una inversión estimada de 1,4 billones de dólares en los próximos años.

La ciencia automatizada, más cerca

Con esta hoja de ruta, OpenAI consolida su papel como actor central en la automatización de la investigación científica. Si cumple los plazos, el salto previsto entre 2026 y 2028 podría transformar la forma en que la humanidad descubre, prueba y valida conocimiento.

El reto, sin embargo, no se limita a la técnica. La empresa deberá demostrar que la autonomía de la IA puede avanzar sin comprometer la transparencia ni el control humano. En el horizonte se perfila una nueva era: aquella en la que los sistemas inteligentes no solo asisten en el proceso científico, sino que se convierten en sus propios generadores de conocimiento.

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