NASDAQ y S&P 500 en máximos. Nvidia dispara su valoración. La inversión global en IA se multiplica mientras el PIB mundial se enfría y miles de empleados pierden su trabajo. El debate está en todo internet: ¿estamos ante una burbuja especulativa o ante una reordenación profunda del poder económico?
Un diagnóstico de vértigo
Para empezar este análisis hay que empezar con las cifras globales: NASDAQ y S&P 500 en máximos históricos y una inversión privada global en IA que habría superado los 250.000 millones de dólares en 2024, frente a menos de 50.000 millones en 2018.
De entre todas las empresas que se dedican a la inteligencia artificial, la estrella es Nvidia, el símbolo del momento: de una empresa con una cotización nada destacable ha pasado en pocos meses a ser la más valiosa de la historia, con una capitalización que ha superado por primera vez en la historia los 5 billones de dólares.
En contraste con la euforia bursátil, el PIB mundial se encuentra en desaceleración —3,3% en 2024, 3,2% en 2025 y 2,9% en 2026— y oleadas de despidos en gigantes como Amazon, Intel, Microsoft o UPS. También vemos caídas en valores emblemáticos como UPS o Kraft Heinz.
Termómetros de una posible burbuja
- Indicador Buffett (capitalización/PIB): 217%, una zona considerada altamente sobrevalorada.
- CAPE/Shiller: elevado, aunque aún por debajo del nivel de la burbuja puntocom.
- Venta de acciones por insiders en empresas de IA: una ratio de 4.236 vendedores por cada comprador.
- Desfase inversión-ingresos en IA: unos 558.000 millones invertidos frente a solo 35.000 millones en ingresos reales.
Si comparamos múltiplos, Nvidia cotiza a 25 veces sus ingresos, mientras que OpenAI y Anthropic se sitúan entre 30 y 37 veces, cifras similares a las del año 2000. Sin embargo, aún no se ha alcanzado el extremo irracional de la burbuja de los puntocom.
Entre la corrección cíclica y la fiebre inversora
La caída en el empleo no se debe solo a la automatización, sino también al rebote pospandemia y a la subida de tipos de interés. A ello se suma la ruptura comercial entre Estados Unidos y China, que ha enfriado el comercio de bienes y la inversión industrial.
En cuanto a la adopción real de IA, el 80% de las empresas dice usarla, pero apenas un 10% lo hace de verdad según los últimos estudios. Menos del 30% de los proyectos están en producción y el 95% no ha generado retorno aún por falta de talento técnico o de integración en los procesos.
Dos futuros posibles
Ante esta situación nos encontramos con dos posibles escenarios:
- Estallido parcial: muchas startups de IA caerán, pero los gigantes —OpenAI, Anthropic, los hyperscalers— resistirán gracias a su escala, capital y peso sistémico.
- Reordenación global: si la IA logra generar productividad real, se produciría una de las mayores rotaciones de liderazgo tecnológico en décadas, concentrada en Estados Unidos y con modelos más eficientes en Asia y Europa.
Como referencia, tras grandes pinchazos —de las puntocom al Nikkei japonés— las recuperaciones tardaron entre 2 y 15 años, o incluso décadas.
El veredicto, aún abierto
Con todos estos datos no podemos dar una sentencia clara, pero está claro que los beneficios aún no justifican la magnitud de la inversión. Los indicadores financieros muestran tensiones, la economía real avanza a otro ritmo y el mercado parece vivir entre la esperanza y la fe.
¿Burbuja? Si la inteligencia artificial logra traducirse en productividad real, posiblemente no, pero si solo estamos financiando otra ilusión colectiva la explosión llegará.
