El entrenamiento de la inteligencia artificial está saliendo de la pantalla y entrando en los hogares. Startups de robótica y aprendizaje automático pagan a personas que se graban mientras doblan ropa, llenan el lavavajillas o preparan café. El objetivo es reunir imágenes reales del mundo físico que ayuden a los robots a ejecutar movimientos con precisión humana.
Datos reales, el nuevo oro de la robótica
Compañías como Encord y Micro1 confirman que la demanda de este tipo de grabaciones se ha disparado. A diferencia de los modelos de lenguaje, que se alimentan de textos en línea, los sistemas robóticos necesitan datos visuales y físicos. Esa necesidad ha convertido la recopilación de escenas del mundo real en un nuevo negocio dentro de la inteligencia artificial aplicada a la robótica.
Encord afirma que el número de vídeos procesados en su plataforma se ha cuadruplicado en un año. Las tarifas varían según la tarea: entre 25 y 50 dólares por hora para actividades domésticas y hasta 150 dólares para procesos técnicos, como el manejo de instrumental médico. Desde Micro1 explican que muchos colaboradores usan gafas inteligentes de Meta para registrar sus movimientos con precisión.
Inversión creciente y ambiciones globales
El auge de este mercado coincide con un repunte de inversión en robótica. Según datos de PitchBook, la financiación de capital riesgo destinada al sector supera los 12.100 millones de dólares en lo que va de año. Inversores como Vinod Khosla anticipan que el sector podría vivir pronto su propio “momento ChatGPT”, cuando los robots sean capaces de aprender por sí solos y desenvolverse con soltura en entornos físicos.
Scale AI también ha entrado en este terreno. La compañía, con sede en San Francisco, ha abierto un laboratorio con más de 100.000 horas de material de entrenamiento. Entre sus clientes se encuentran Physical Intelligence —empresa respaldada por Jeff Bezos— y Boston Dynamics, conocida por sus robots de cuatro patas.
El reto de enseñar a las máquinas
Aun así, conseguir los datos adecuados sigue siendo un desafío. Algunas startups recurren a plataformas como Craigslist para reclutar voluntarios, ofreciendo entre 10 y 20 dólares por hora a quienes graben tareas domésticas con su iPhone. Los conjuntos de datos siguen siendo limitados: los más amplios apenas alcanzan las 5.000 horas de vídeo, aún insuficientes para que los robots se muevan con naturalidad en el mundo real.
La nueva frontera de la inteligencia artificial pasa por observar a los humanos. Cada gesto, cada rutina registrada, acerca a las máquinas a su meta: integrarse en la vida diaria con autonomía y utilidad práctica.
